La constante innovación tecnológica y la mayor accesibilidad por la disminución de los costos de producción han permitido que la sociedad pueda acceder de manera más fácil a nuevos dispositivos eléctricos y electrónicos. Esta situación es una de las causas por la que estos productos se tornan obsoletos con mayor velocidad.
En la actualidad, el medio ambiente está expuesto a diversos modos de contaminación que pueden afectar el aire, el agua, el suelo, la flora, la fauna e, incluso, nuestra salud. Una de las problemáticas que alarma es la basura electrónica o e-waste, en inglés. También denominados R.A.E.E. (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos), abarcan aquellos dispositivos alimentados por energía eléctrica que han llegado a la culminación de su vida útil, tales como celulares, computadoras, impresoras, escáneres, cámaras fotográficas y televisores, entre otros. La atención recae con más fuerza en la actualidad, por el considerable aumento de este tipo de desechos. Según los datos del estudio realizado por la Universidad de las Naciones Unidas en colaboración con la Unión Internacional de Comunicaciones y la Asociación Internacional de Residuos Sólidos, la basura electrónica generada en el planeta en el 2016 fue de 44,7 millones de toneladas métricas, lo que equivale a 4500 torres Eiffel de basura.
Pero, ¿por qué surgen estos desechos? El avance tecnológico, la constante actualización de los sistemas de software de los dispositivos y el mejoramiento de las comunicaciones, son algunas de las principales causas por las que se han incrementado de manera exponencial el consumo de nuevos equipos en desmedro de modelos anteriores. También hay una gran cantidad de unidades en desuso debido al tiempo de vida útil de funcionamiento que tienen. Este fenómeno, conocido como “obsolescencia programada”, se basa en la producción de dispositivos con una vida útil determinada, es decir, que al término de un período previamente calculado, el producto se vuelve caduco. Es importante saber que las diferentes partes de los equipos pueden ser recuperadas, reutilizadas y recicladas y, teniendo en cuenta el alto impacto que posee el tratamiento inadecuado de estos desechos, es posible contrarrestarlo.
Dentro de este marco, existe un proyecto llamado “E-Basura” creado por estudiantes y docentes de la Facultad de Informática de la Universidad Nacional de la Plata. Desde el año 2009, la iniciativa persigue un doble objetivo: por un lado, disminuir los niveles de contaminación y que estos A.E.E. - Aparatos Eléctricos y Electrónicos, ya que la institución aún no los consideran residuos - no tengan como destino los vertederos comunes y, por el otro, reducir la actual brecha digital colaborando con sectores más postergados y darle un fin social. Ellos en primera instancia reciben equipos informáticos en desuso y, luego de evaluarlos, los restauran para ser reutilizados instalándoles sistemas operativos de software libre y aplicaciones educativas desarrolladas por alumnos de la institución. Los dispositivos recuperados son donados a instituciones sin fines de lucro - escuelas, comedores populares, bibliotecas, ONG´s - teniendo como objetivo principal brindarle capacitación a los sectores vulnerables de la ciudad. El material que no puede ser utilizado nuevamente es enviado a una empresa con certificación ambiental para su disposición final y segura, evitando así su estadio final en quemas y basurales. Viviana Ambrosi, directora del programa, propone “reflexionar sobre el hecho de que estamos inmersos en una sociedad de consumo. Podría fabricarse para toda la vida, pero no se hace porque a las empresas no les resulta rentable, los ciudadanos no exigen y no se educa como se debería”. Pero además, sugiere que cabe preguntarse: “si yo tuviera algo que va a durar toda la vida, ¿lo mantendría o lo desecharía?”.
La acción de resignificar lo obsoleto podría disminuir eficazmente la cantidad de basura electrónica que se genera en todo el mundo y, por eso, es importante la toma de conciencia sobre el hecho de que es posible evitar que estos desechos continúen contaminando, si se contribuye entre todos en el cuidado del medio ambiente. La educación es un pilar fundamental en este desafío.